Aunque centrado en el dibujo como registro de una investigación, el trabajo de Antonio Bravo se expande hacia la escultura, la fotografía, la instalación y la acción. Cada una de sus piezas puede ser entendida como la síntesis de un largo proceso de investigación en el que confluyen temas como la historia, el diseño y la política.

Esculturas de piedra que también son proyectiles para defenderse del abuso de autoridad en caso de encontronazo en una fallida manifestación pública, barricadas de protección para cargar en grupo y armar del modo más eficaz, dibujos monumentales que intentan conservar el gesto de furia y esperanza de una colectividad que performa la libertad. En sus piezas, observamos intentos por llevar al cuerpo relatos, que al artista le parecen fascinantes, por extender mitos fundacionales de las personas y las naciones a la realidad, sin importar lo absurdo o irónico que de esta empresa pueda resultar. Una idea central guía el trabajo de Bravo, la del cuerpo y los límites de su resistencia cuando este se involucra en una práctica de la que depende su vida: en las revueltas callejeras, en las grandes hazañas históricas, en el campo día día. En todos estos casos, como en la calle y en lo cotidiano, observamos cuerpos que dan su máximo esfuerzo físico para conseguir algo, aunque paradójicamente, en la mayoría de los casos, no lleguen a ninguna parte.

Antonio Bravo vive y trabaja en el Estado de México.